miércoles, 7 de enero de 2009

FAMÍLIA, MATRIMONIO Y VIDA PRIVADA


La familia nuclear es aquella formada por un matrimonio con hijos. También existe el modelo de familia extensa, que se da cuando padres e hijos conviven con otros parientes, como los abuelos, tíos, primos… Un rasgo característico de la organización familiar en las sociedades occidentales es la monogamia: es ilegal que un hombre o mujer esté casado con más de un individuo de manera simultánea. En el conjunto del mundo, la monogamia no es el tipo de matrimonio más común, sino que predomina la poligamia (se da cuando alguien puede estar casado con más de un individuo a la vez), que se divide en: poliginia, caracterizada porque es el hombre el que puede tener más de una esposa a la vez, y la poliandria (mucho menos común), en la que es la mujer quien tiene derecho a estar casada con dos hombres a la vez.

Históricamente, las familias extensas eran comunes, mayoritariamente, en Europa Oriental y Asia. En la Europa premoderna era habitual que los niños comenzaran a trabajar ayudando a los padres a edades tempranas, sobre los 8 años. También había quien se marchaba, también a edad temprana, a trabajar fuera de casa, y a menudo no volvía a ver a sus familiares. A estos motivos hay que sumarles otros, que hacían que los grupos familiares fueran menos permanentes que en la actualidad (a pesar del alto índice de divorcios actual): motivos como el índice de mortalidad mucho mayor que el actual en todas la edades, el gran número de casos de fallecimiento de la madre en el parto, y la abundancia de casos de niños que no vivían más de un año. En conclusión, las condiciones sanitarias e higiénicas mucho peores hacían aumentar mucho las tasas generales de mortalidad.

El sociólogo histórico Lawrence Stone ha diferenciado 3 etapas en el desarrollo de las familias premodernas a las modernas, entre los siglos XVI y XIX:

- La primera etapa se caracterizaba porque la elección de la pareja para contraer matrimonio no pertenecía a quien se casaba, sino a los intereses de padres, otros parientes o de la comunidad. Relacionado con esta característica, encontramos que el sexo sólo se entendía con la función reproductora, no como fuente de placer.

- La segunda etapa, de transición, tuvo lugar en el siglo XVII, y se caracterizó por el aumento de la independencia de la familia nuclear respecto al resto de parientes y la comunidad. Además, se hizo especial hincapié en el amor conyugal.

- La tercera y última etapa que se ha ido desarrollando es el modelo familiar más común en Occidente hoy en día, basado en la mayor preocupación por la educación de los hijos y en unos lazos afectivos más fuertes entre los miembros de la familia. La pareja es elegida por cada individuo y toma protagonismo el sexo como fuente de placer.


Actualmente sigue habiendo diversidad en los modelos familiares existentes. Aún así cabe destacar que se están produciendo cambios importantes, por motivos diversos como la expansión por todo el globo de la cultura occidental y el desarrollo de grandes gobiernos centralizados. Estos cambios están llevando, en general, al predominio de la familia nuclear. Los cambios más importantes que están teniendo lugar a escala mundial son la reducción de la presencia de familias extensas, la libre elección del conyugue, el mayor respeto a los derechos de las mujeres, la reducción de los matrimonios entre parientes, el aumento generalizado de la libertad sexual y la extensión de los derechos del niño. A pesar de estos cambios, la familia nuclear no ha eliminado en absoluto la presencia de otros modelos. Un buen ejemplo de la gran variedad de modelos familiares que conviven hoy en día es el Reino Unido, como consecuencia de la gran diversidad cultural que aglutina. Además de familias británicas, marcadas por las tendencias occidentales, en el país conviven otros modelos muy importantes en número de habitantes y con diferencias entre ellos, como son las familias sudasiáticas o las negras.

Un cambio importante que se ha producido en los últimos años es el espectacular aumento de los divorcios. Esto se ha dado porque antiguamente solo se permitían en circunstancias muy específicas, pero no se entendían como un recurso habitual, y quien solicitaba el divorcio tenía que presentar cargos (crueldad, abandono, adulterio…) contra su pareja. Pero durante los años 60 y 70, muchos países fueron adaptando sus legislaciones de tal manera que convirtieron el divorcio en algo mucho más accesible y menos traumático, pues adquirieron la nueva posibilidad de divorcio sin culpables, es decir no necesariamente por motivos tan contundentes como los ejemplos puestos anteriormente. El espectacular aumento de los índices de divorcios influye en la vida de los niños, pues hoy en día ya no es un hecho aislado que muchos padres vivan separados y/o con otras parejas.

En la actualidad, las mujeres jóvenes sienten curiosidad y deseo por lo estimulante, lo nuevo, el cambio y el riesgo, y tienen un deseo de autonomía. En parte, esto se debe a que ellas disponen de libertades y derechos de los que no disponían sus madres. En general, para las generaciones jóvenes (tanto hombres como mujeres) el matrimonio está perdiendo atractivo.

Como se ha comentado anteriormente, a los niños les afecta directamente el aumento de divorcios. Se puede pensar que no les favorece, pero hay que preguntarse también si el prolongamiento de matrimonios infelices con tal de no divorciarse les hace algún bien. Según un estudio realizado por Judith Wallerstein i Joan Nelly en los años 80, la gran mayoría de niños padecen una fuerte perturbación emocional durante la época del divorcio, que se manifiesta de distintas maneras según la edad que tengan (confusión, culpabilidad, ira…). Sin embargo, pasados 5 años, la mayoría de niños se adapta más o menos bien a su nueva vida, aunque una parte importante (aproximadamente un tercio) de los niños siguen con problemas. El estudio también mostró que cuando los niños se hicieron adultos, la experiencia del divorcio de sus padres influyó en su vida sentimental. Cabe apuntar una dificultad para evaluar los resultados y datos del citado estudio, y es que las actitudes de los niños con respecto al divorcio están cambiando rápidamente.

El aumento de los divorcios provoca un aumento de los hogares monoparentales, mayoritariamente encabezados por mujeres. Quien padece esta situación tiene que afrontar a menudo dificultades económicas, falta de tiempo para el cuidado de los hijos, y en algunas ocasiones cierto rechazo social. Aún así, hay que destacar que un número minoritario de hogares monoparentales se dan por voluntad propia: los padres deciden tirar adelante a su hijo sin la ayuda de un conyugue. Otro fenómeno relacionado con los hogares monoparentales es el del padre ausente: debido al divorcio con su pareja, el padre tiene poco contacto con sus hijos. Así, estos crecen sin la figura paterna, una figura de autoridad a la que recurrir cuando lo necesiten.

Otro rasgo que se deriva del aumento de divorcios es la tendencia a volver a casarse: estos casos, bastante habituales actualmente, pueden provocar multitud de reacciones y consecuencias, en función de la edad del marido y esposa, en función de si tienen hijos o no con sus anteriores parejas, en función de la edad de los hijos (si los tienen…). En general, las segundas bodas tienen índices de éxito inferiores a las primeras, y por tanto son más numerosos los divorcios en las segundas bodas que en las primeras.

La aparición de las segundas nupcias provoca situaciones familiares nuevas a la par que complejas. Hay diversos problemas que afrontar: en primer lugar, la existencia de un padre o madre biológico/a que, aunque no viva con la familia, sigue teniendo contacto e influencia sobre su/s hijo/s; en segundo lugar, que los esfuerzos de entendimiento y cooperación que la pareja divorciada hace por el bien de su/s hijo/s puede verse mermado o puede ponerse a prueba si uno de los dos padres contrae un nuevo matrimonio; y en tercer lugar, la convivencia obligada de niños procedentes de relaciones distintas, que pueden no llevarse bien y/o no tener las mismas expectativas del nuevo matrimonio. Estos niños pueden tener problemas de relación con sus hermanastros y con su padrastro o madrastra. La conclusión sobre estos nuevos fenómenos es que aunque los matrimonios puedan romperse con los divorcios, es prácticamente imposible que se rompan del todo todos los vínculos familiares, sobretodo en los casos de matrimonios divorciados pero con hijos comunes.

Otro rasgo del momento actual, otro cambio muy importante, es el fuerte descenso generalizado de la natalidad. Comparando datos actuales con otros de hace tan sólo tres o cuatro décadas, se hace evidente el descenso en los países de la Europa Occidental. Esto se debe a que actualmente hay nuevas motivaciones y factores que influyen en la toma de decisiones, factores como el éxito profesional, que años atrás tenían menos peso.

Hay que mencionar también la cara menos agradable de la familia: y es que existen multitud de casos en los que la armonía y calidez deseables en una familia no se consiguen. En los casos más extremos en que esto no es así, pueden darse consecuencias gravísimas como los abusos sexuales o la violencia doméstica. Los abusos sexuales son un hecho trágico y que se da en un porcentaje inquietantemente elevado. En la mayoría de casos son hombres quienes lo practican, y es una minoría nada significativa la cantidad de casos en que los abusadores son enfermos mentales. Es decir, este fenómeno no se da por perturbación de quien lo lleva a cabo. Se trata más bien de una cuestión de poder y dominio sobre el menor, que no puede oponer resistencia física. En muchos casos, los abusadores son tímidos y de difícil relación con otras personas; en estos casos puede pasar que con los abusos no busquen satisfacer deseos sexuales, sino encontrar el afecto que no pueden obtener de otra forma. Sea como sea, a menudo quien practica abusos sexuales tiene problemas psicológicos complejos y de raíz profunda.

Otro aspecto profundamente negativo de la convivencia familiar es la violencia doméstica, también llevada a cabo principalmente por hombres. Se puede definir este fenómeno como la violencia de un miembro de la familia hacia otro u otros. En la mayoría de casos se trata de hombres que vierten su violencia sobre sus esposas o hijos. Esto convierte el hogar, teórico reducto de paz y seguridad, en un sitio potencialmente peligrosísimo. Las causas son variadas y complejas, pero pueden destacarse la desesperación ante la presión por situaciones difíciles, los celos o ansias de control y posesión sobre la mujer, etc. Sea como sea, un estudio demuestra que la gran mayoría de culpables de violencia de género ya habían tenido episodios violentos fuera del ámbito familiar, es decir que presentan un perfil con una predisposición o facilidad importante a actuar con violencia.

Todos estos problemas que presenta la familia convencional en la actualidad le han valido muchas críticas y propuestas alternativas. Por ejemplo las comunas, en las que conviven diversas familias e individuos que se hacen cargo de manera compartida de la educación de los niños. El ejemplo actual más contundente de funcionamiento en comunas son los Kibbutz de Israel. Se trata de comunas formadas por un número variable de personas (desde 50 hasta 2000) en que el cuidado y educación de los niños es una responsabilidad colectiva. Existen más de 240 Kibbutz en Israel, lo que demuestra que el modelo funciona o, por lo menos, debe ser tomado en cuenta.

Otro tipo de convivencia es la cohabitación, que se da cuando conviven juntas dos personas que mantienen relaciones sexuales pero no comparten una relación sentimental sólida, estable y convencional. Al principio, este modelo escandalizó considerablemente a algunos sectores sociales, sin embargo en los últimos años se ha extendido mucho en sectores como los estudiantes universitarios. Hoy en día tiene una aceptación total y se ha convertido en una especie de etapa experimental previa al matrimonio.

Otro nuevo modelo familiar es el de las familias con padres homosexuales. La relajación de los prejuicios contra los homosexuales ha permitido que esta situación no levante encendidas polémicas, o por lo menos que estas polémicas no impidan el desarrollo de este modelo familiar. Hay dos casos de familias con padres homosexuales con hijos: las que vienen de relaciones heterosexuales, de las cuales provienen los hijos, y los casos en los que el hijo se tiene mediante técnicas como la inseminación artificial o la adopción.

Por último, cabe destacar otro modelo familiar: la soltería. Hay un grupo importante y creciente de adultos que, por circunstancias diversas, viven solos (divorcio, matrimonios tardíos, propia decisión de permanecer soltero…). En general, los solteros destacan que su condición les otorga mayor libertad y autonomía, más posibilidades y menos compromiso en el ámbito sexual, y más capacidad para centrarse en el ámbito laboral.

VEINTE AÑOS DE POLÍTICAS DE IGUALDAD


El los años ochenta y noventa se implantaron varias políticas cuyo objetivo era la eliminación de la discriminación que sufría la mujer respecto al hombre. En la consecución de estas políticas tuvo un papel destacadísimo, fundamental, el movimiento que reivindicaba las desigualdades que padecía la mujer, el feminismo, que se hizo fuerte y se hizo escuchar.

Estas desigualdades tienen un origen social, y adoptan formas distintas según sea el sistema político. En el pensamiento popular se ha generalizado un cambio respecto a épocas anteriores, pues a día de hoy nadie piensa que estas diferencias entre hombre y mujer sean naturales, incuestionables, nadie cree que deban existir. Esto implica otro cambio, y es que el movimiento feminista ha ido adquiriendo progresivamente legitimidad, es decir que cada vez tiene mayor aceptación popular.

Las luchas por la igualdad entre sexos no son un fenómeno exclusivamente moderno o reciente, han existido en diversas ocasiones durante el transcurrir de los siglos. Estos movimientos, conocidos como movimientos feministas, tienen una vertiente práctica y de acción, como pueden ser las movilizaciones o las revueltas, pero tienen también un ámbito teórico, en el cual se han desarrollado teorías para intentar explicar el porqué de las desigualdades por razón de sexo, sus orígenes, posibles soluciones…

En esta línea, la teoría más destacada es la del patriarcado, que afirma que la discriminación e inferioridad que viven las mujeres es consecuencia de una articulación jerárquica entre sexos, que posiciona el sexo masculino en una posición dominante, de control. Todas las sociedades conocidas son patriarcales, aunque sus formas y mecanismos puedan variar entre ellas o con el paso del tiempo. Otro matiz importante que se desprende de la teoría es que el origen de las desigualdades entre sexos es social, en ningún caso natural o biológico.

Este estudio teórico sobre la situación de la mujer y su situación de inferioridad dio un importante paso adelante cuando se incorporó al ámbito académico, penetrando en universidades y centro de investigación. En muchos de ellos surgió la especialidad de Estudios de la Mujer, lo que demuestra la legitimidad que adquirió y el respeto y consideración con que fue tratada la materia. En este contexto se llevó a cabo una importante revisión de las teorías sociales, políticas y económicas existentes. Así surgió el concepto de Género, que establecía diferencias respecto al de sexo. El primer concepto se refiere a diferencias sociales, mientras que el segundo se refiere a diferencias en el ámbito biológico.

En este punto se llega a un concepto de vital importancia, el de Sistema de género. El patriarcado es una de sus variantes, aunque se tienden a confundir ambos conceptos. Este nuevo concepto, Sistema de género, causó gran impacto en las ciencias sociales, pues además de empezar a tomarse en cuenta la mujer, hasta el momento un sector “invisible” socialmente, también se empezó a comprender mejor la sociedad, y a redefinir el orden y el conflicto social. La importancia capital del nuevo concepto radica en que fue la teoría central para definir qué aspectos de la discriminación de la mujer debían ser eliminados, y cómo hacerlo.

Otro concepto clave es la división sexual del trabajo, esto es que desde siempre, mujeres y hombres realizan funciones diferentes, no por capacidad o incapacidad, sino por imposición social y cultural. Desde la infancia se nos educa para ver esta división de tareas como normal y natural. En este sentido, hay cuatro niveles que diferencian los dos géneros:

- Primero, las características biológicas que diferencian al hombre de la mujer;

- En segundo lugar, la identidad personal, es decir las convenciones sociales que marcan las diferencias de comportamiento entre hombre y mujer. Estas pueden ser muy marcadas o más permisivas en función de cada sociedad, pero siempre hay unos mínimos establecidos e incuestionables.

- El tercer nivel para diferenciar el género de las persones son los roles sociales: igual que toda sociedad impone pautas de comportamiento propias de hombres y mujeres también marca las funciones y tareas que competen a ambos. Por ejemplo, las actividades bélicas suelen ser mayoritariamente masculinas, y el cuidado de las personas acostumbra a ser femenino.

- El cuarto y último punto son los ámbitos sociales; pus en consecuencia de las pautas de comportamiento y los roles asignados a hombres y mujeres, también hay ámbitos sociales predominantemente masculinos (mundo laboral remunerado, política, economía) y otros femeninos (tareas domésticas).

Otro punto de gran importancia es la diferenciación entre ámbito público (entendido como la actividad política, económica, social) y el privado (el hogar). El público compete a los hombres, y el privado a las mujeres. En esta línea, una gran injusticia fue la de excluir del mundo laboral el trabajo doméstico de las mujeres. Esto se dio a causa de la condición de no remunerado del trabajo doméstico. Posteriormente se ha demostrado que es totalmente falso que la mujer no trabaje, pues las tareas domesticas conllevan mucho trabajo y responsabilidades aunque no sean compensadas con un sueldo.

Con la revolución industrial se desarrollaron grandes ciudades y centros urbanos, y esto terminó de marcar la diferenciación entre lo público y lo privado. El hombre pasaba todo el día fuera de casa, al contrario que la mujer; así pues, ya no compartían la vida cotidiana. Además, la mujer pasaba muchísimas horas sola, aislada en su casa, y las relaciones sociales que podía establecer con otras mujeres eran poco estables y sin continuidad. La situación se agravaba en el caso de las mujeres de clase trabajadora, si vivían en viviendas pequeñas y/o en mal estado.

En este contexto, los hombres se hacen portadores de responsabilidades, racionalidad, y las mujeres, de los sentimientos. El aporte de las mujeres al mundo público es invisible, sin embargo realizan una función fundamental: dan apoyo a los hombres que ven desgastada su integridad, capacidad, o su estado de ánimo por las tareas públicas. Las mujeres son, en conclusión, el elemento que mantiene estable la totalidad y evita que ésta se haga pedazos. La consecuencia de esta doble responsabilidad es que muchas mujeres padezcan de agotamiento, lo que colabora a formar un ambiente tenso y violento, como lo corroboran las altas tasas de violencia de género aún existentes.

En los últimos años se han conseguido avances, aunque la situación aún dista de ser equitativa. A partir de los años 60, las mujeres empezaron a incorporarse a la esfera pública, aunque manteniendo sus responsabilidades domésticas, lo que se llamó la doble presencia femenina. Hay que matizar esta incorporación, pues es parcial y condicionada: las mujeres siguen ausentes en algunos ámbitos, y ancladas a las responsabilidades domésticas, lo que impide una total inmersión al ámbito público. Además, en el mundo laboral a menudo viven discriminación traducida en salarios inferiores por realizar las mismas tareas que los hombres. Por otro lado, si bien muchas mujeres, especialmente las más jóvenes, ya forman parte del mundo laboral u ocupan cargos de responsabilidad política, no se puede afirmar en absoluto que sean todas las mujeres.

Para la correcta implantación y desarrollo de las políticas públicas a favor de la equidad, es necesario conocer las características de la desigualdad de género y como ésta afecta a la mujer. En este punto se llega a otro concepto destacado: es importante elaborar un diagnóstico previo a la actuación, que incluya una descripción del problema y de sus orígenes. Esto permite, posteriormente, comparar los nuevos datos con los del diagnóstico, y así evaluar la eficiencia de la actuación.

Pero para elaborar el diagnóstico que definirá la acción hay que tener claro en qué puntos se quiere actuar; y es que no todas las diferencias entre géneros implican desigualdad o discriminación. Cada ámbito es distinto y merece una atención, análisis posterior actuación especializada. En líneas generales, para elaborar un buen diagnóstico no se puede recurrir a la generalización o a obviar detalles, pues en una sociedad tan compleja como la actual cada caso presente variantes y matices distintos, propios de la zona geográfica, tendencias culturales, etc. Evidentemente, los diagnósticos tienen que ir acompañados de evaluaciones posteriores a la acción, para medir el éxito de las políticas. Tanto en los diagnósticos como en las evaluaciones es conveniente combinar datos cualitativos con otros cuantitativos, entre los cuales son importantes las estadísticas. Éstas tienen gran utilidad, pero hay una dificultad en su obtención: algunas encuestas y censos incluían ciertos estereotipos sexuales que podían afectar la exactitud de los datos obtenidos. Por ejemplo, durante mucho tiempo el trabajo doméstico se ha ignorado, sólo recientemente se han iniciado estudios teniéndolo en cuenta, lo que provoca una importante falta de datos al respecto.

La ya citada separación entre el ámbito público tiene mucha antigüedad. Aunque pueda haberse ido adaptando a los tiempos, aquellos que han visto reducida su actividad al ámbito privado (antiguamente mujeres y esclavos, posteriormente las amas de casa) nunca han tenido voz para expresarse en asuntos públicos, a pesar de realizar una tarea fundamental para la sociedad. Otro ejemplo de discriminación en la historia lo encontramos cuando, con la ruptura de las monarquías absolutas, nace el concepto de ciudadano. Pues en sus inicios, este concepto no fue universal, y quedaron excluidos de él los hombres sin propiedad y, como siempre, las mujeres. Fue en el siglo XIX cuando los obreros lograron ser reconocidos como ciudadanos, conquista que las mujeres lograron en el siglo XX.

Prosiguiendo esta reseña histórica encontramos otro concepto clave que cambia la situación: se trata del Estado del Bienestar, cuya mayor novedad fue aproximar mínimamente los ámbitos público y privado. Y es que la mayoría de servicios que ofrece el Estado del bienestar se destinan precisamente a las familias. Por lo tanto, se trata de un mecanismo público actuando plenamente sobre uno privado. Aún así, hay que apuntar que estos derechos de tipo social se tienen en menor consideración que los políticos, se les otorga un estatus inferior. Además, a pesar de la aproximación entre ámbito público y privado, no se han redefinido las bases de la ciudadanía. No se ha creado un nuevo discurso u otra nueva concepción de la política que motive a los ciudadanos.

A pesar de ser muy inferior a la de los hombres, la aportación política de las mujeres también ha existido, lo cual tiene mérito teniendo en cuenta que: ellas deben ocuparse de las tareas domésticas, lo cual les impide dedicarse exclusivamente a la política como los hombres; que ellas tienen menor tendencia a asumir actitudes competitivas (porque eso es lo que les pide la sociedad: amabilidad, paciencia…), y que la política está pensada y estructurada para ser mayoritariamente masculina. Además, el sexo femenino ha topado con la oposición de ciertos varones, sobretodo mayores, que piensan que no están preparadas. En este sentido, las nuevas generaciones de mujeres tienen el camino más fácil porque cuentan con mayor legitimidad y respeto para realizar su carrera política.

Otro punto que seguro no supone en absoluto un aliciente para las mujeres es que los partidos y organizaciones no se han mostrado muy implicados con los intereses femeninos ni han puesto como punto a tratar en su agenda la discriminación a la mujer. Así es difícil animar a las mujeres a tomar parte en la política, porque pueden sentirse poco representadas con los asuntos que se tratan.

Cabe destacar otras vías de hacer política, tal vez menos convencionales, en las que las mujeres tienen un papel destacado. Por ejemplo, en las luchas sociales y las movilizaciones políticas esporádicas como pueden ser las revoluciones que se han dado a lo largo de la historia. Otras vías pueden ser las organizaciones de distintos tipos: las de solidaridad y cooperación (como las ONG), las de consumidores, las vecinales y las que se dedican al ocio y la cultura. La conclusión a que se llega tratando este tema es que la poca participación que históricamente han tenido las mujeres en la política no se debe a falta de capacidad, iniciativa o creatividad, sino a la dimensión de género, marcadamente masculina, que ha adoptado la política.

Si se hace un rápido repaso histórico se puede comprender el enorme mérito que han tenido las luchas feministas, topando a veces con oposición y represalias durísimas, y también con falta de apoyo popular total. Con el tiempo se ha revertido esta situación, hasta el punto en que muchas antiguas reivindicaciones feministas hoy se han conseguido y nadie las pone en duda. Otro aspecto a tener en cuenta es que los logros del feminismo no han hecho bien tan solo a la mujer, sino a la sociedad en general: se ha conseguido una profundización de los principios democráticos, que ha contribuido a una mayor estabilidad y coherencia de las democracias.

En esta línea sigue trabajando el movimiento feminista en la actualidad, aunque con demandas ciertamente complejas profundas, como cambiar radicalmente, de raíz, la relación entre hombres y mujeres. También se trabaja por un replanteamiento de la política y un aumento de su radio de acción, para que este abarque también el ámbito privado. El feminismo se puede describir como un movimiento principalmente político (aunque también ha hecho aportes destacados al ámbito cultural), que ha basado prácticamente siempre sus actuaciones y reivindicaciones en criterios democráticos.

Centremos la vista en el feminismo actual. A diferencia de antiguamente, en que la ideología en que se suportaba era el liberalismo, actualmente se rige más por los principios del socialismo. Pero esto debe ser matizado porque no se pueden relacionar directamente ambas doctrinas. Y es que el feminismo, al ver que ninguna ideología de izquierdas proponía un análisis de la opresión de la mujer, y también al comprobar que no había buena relación con ningún partido de izquierdas, se planteó la necesidad de tener autonomía plena respeto a cualquier grupo político.

Así, la autonomía organizativa y política se convirtió en un principio fundamental del feminismo.Otra característica es que, dada la situación de opresión e inferioridad que vivían las mujeres, que precisamente reivindicaban que esto acabara, no quisieron reproducir el reparto desigual de poder dentro de sus organizaciones, y por eso rompieron también con los tradicionales modelos jerárquicos de repartición del poder: en lugar de grandes organizaciones, el movimiento feminista propuso estructurarse en pequeños grupos de autoconciencia, con los que se pretendía elaborar material teórico a partir de lo que las mujeres sentían; esto es que la teoría surgiera de la propia experiencia. Mediante esta forma de organización, muchas mujeres descubrieron que sus problemas, que creían individuales, eran compartidos con muchísimas otras mujeres que se encontraban en su misma situación.

EJES DE ESTRUCTURACIÓN SOCIAL


1. LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO, EDAD Y ETNIA


En el capitalismo adelantado hay un rasgo que marca principalmente las desigualdades sociales: la clase social. Pero no es el único, hay otros que también influyen como son el género, la edad y la etnia. Todos estos esos se interrelacionan y se transforman mutuamente. A continuación vamos a indagar en una de las formas más importantes de desigualdad: la que se da por razón de género.
2. LAS DESIGUALDADES POR RAZÓN DE GÉNERO

Se trata de una de las formas más evidentes de desigualdad. En la mayoría de sociedades del capitalismo adelantado, hombres y mujeres son iguales ante la ley, pero todavía hay ámbitos mayoritariamente masculinos (lugares de responsabilidad política, altos cargos en empresas...) y ámbitos mayoritariamente femeninos (los trabajos del hogar). Un dato que demuestra que muchas mujeres no forman parte del mercado laboral porque se encargan de las tareas del hogar es que los índices de paro femeninos son mucho más elevados que los masculinos. Hace falta decir que las desigualdades por razón de género han existido en todas las culturas conocidas, por lo tanto no se puede considerar en absoluto una consecuencia o efecto del capitalismo.

2.1. SEXO Y GÉNERO

Lo que sí que se desarrolla con la aparición del capitalismo es la forma actual de división sexual en el trabajo, que se basa en que las mujeres trabajen en casa y los hombres lo hagan fuera, con trabajos remunerados. Y es que aún cuando las desigualdades por razón de género son muy antiguas, en cada sociedad y contexto han tenido características diferentes. Los hombres controlan los recursos económicos y políticos.

Algunos estudios recientes, contradiciendo la teoría existente hasta ahora, han intentado demostrar la
falacia que representa analizar el mercado de trabajo basándose sólo en la esfera pública, puesto que esto obvia las tareas domésticas (que recaen mayoritariamente en mujeres), porque pertenecen a la esfera privada.

2.2. CLASE Y GÉNERO

¿Qué relación hay entre las desigualdades de género y las de clase? En este ámbito destaca la dificultad por asignar posiciones de clase a las mujeres. Esta dificultad se da por la concepción que el trabajo femenino es secundario (por intermitente y minoritario). En este punto encontramos tres estrategias de análisis:

1. La posición convencional, que considera que género y clase son fenómenos diferentes. Este punto de vista, muy criticado desde muy varias ópticas, argumenta que la unidad de análisis (la familia) se debe basar en el jefe familiar masculino, debido a que la presencia de la mujer en el mercado laboral es intermitente, minoritaria, a menudo a media jornada y a menudo depende de las necesidades familiares.

2. En segundo lugar, el posicionamiento que defiende que el género puede ser integrado en las teorías existentes sobre desigualdades de clases, sin que estas hayan de sufrir cambios importantes. Los partidarios de este punto de vista realizaron varias aportaciones teóricas sobre las desigualdades de género, aportaciones que en caso alguno cuestionan las bases de las teorías sobre desigualdades de clases. Algunas aportaciones destacadas son:

- Las del marxismo y el feminismo, que crearon un debate sobre la relación entre
patriarcado y capitalismo. Engels defendía que la liberación de la mujer iba atada a la lucha de clases, y la réplica feminista defendía que en la era pre-capitalista ya existía la explotación patriarcal a la mujer.

- El estudio de las familias de clase heterogénea, en las cuales esposo y esposa pertenecen a clases sociales diferentes. Este estudio se centra principalmente en los casos en qué la clase social a qué pertenezco la mujer es superior a la de su marido. Se pretendía demostrar que en estos casos el comportamiento de la familia cambia.

-
Wright y su propuesta de clase directa y mediada. Wright propone hacer una distinción entro: aquellos que tienen una relación directa con los recursos productivos y el mercado de trabajo, es decir, aquellos que trabajan remuneradamente; y los que no lo hacen, como los jóvenes, estudiantes, amas de casa de casa o pensionistas. A esta segunda categoría de personas, Wright los etiqueta como clase mediada.

3 . En tercer lugar encontramos los que defienden que es necesaria una
reconceptualización de las teorías de la estructura social, por tal que estas puedan estudiar las desigualdades de género. En esta línea turbamos dos propuestas:

- Las feministas radicales defienden que las esposas forman una propia clase, y que el trabajo doméstico convierte las mujeres en trabajadoras explotadas por los maridos.

- Las teorías
revisionistas de la producción/reproducción defienden que las teorías de estructura social tienen que analizar también la esfera privada y, por lo tanto, las tareas domésticas que realizan las mujeres. Por lo tanto, hace falta tener en cuenta dos tipos de ocupación: la remunerada y también la tradicionalmente obviada, la no remunerada. Otra matización de estas teorías es que también existen desigualdades de clase entre mujeres, es decir que no su condición femenina las agrupa a todas en una misma clase social.

2.3. LA DIFICULTAD EMPÍRICA DE ASIGNACIÓN DE POSICIONES DE CLASE A LAS MUJERES O EL PROBLEMA DE LA UNIDAD DE ANÁLISIS

2.3.1. LA UNIDAD DE ANÁLISIS: FAMILIA O INDIVIDUO?

Hay un conjunto de cuestiones sobre cuál debe ser la unidad de análisis por clasificar la población en clases sociales. La unidad de análisis debe ser la familia o el individuo? La práctica más tendido hasta los años 70 fue la convencional: la unidad de análisis era la familia, representada por la cabeza familiar masculino. Las mujeres solteras eran definidas por la posición del padre, y las casadas, por la del marido.

- Los defensores que el individuo debe ser la unidad de análisis defienden que la mujer debe ser clasificada por su ocupación, independientemente de la persona con quien estén casadas.

- Los defensores que la familia debe ser la unidad de análisis tienen diversidad de propuestas con respecto a como clasificar las familias:

1. El modelo convencional defensa que debe ser el jefe familiar masculino quien marque la posición social de la familia

2. El principio de dominación propone que sea la persona con un posicionamiento social más alto, sea hombre o mujer, quien defina la posición de la familia

3. La tercera propuesta pretende definir el posicionamiento social de la familia mediante una media entre la posición del marido y el de la mujer

4. Por último, el modelo combinado propone que la posición social de la familia quede definido por la combinación de los dos posicionamientos principales, el del marido y el de la esposa: trabajador-ama de casa, dominante-trabajadora, trabajadora-dominante...
3.3. LAS DESIGUALDADES DE EDAD

Actualmente, jóvenes y viejos sufren niveles importantes de pobreza. No hay unanimidad sobre los motivos, pero algunos autores como Foner señalan que la edad se usa para asignar roles, que están diferentemente recompensados. Cada edad se asocia con unas actitudes y comportamientos concretos. Subirats y Bonal apunta que la llave para explicar la precariedad de jóvenes y viejos es su salida (o no entrada) del mercado laboral. Precariedad que, en el caso de los viejos, se acentúa más en las mujeres.

3.4. CLASE, EDAD Y GÉNERO

Es bastante complicado enmarcar en ninguna clase social los jóvenes y viejos que están fuera del mercado laboral. Así como algunos autores defienden que la clasificación se debe basar en la profesión que haya tenido el viejo y la que potencialmente tendrá el joven, otras lo contradicen porque no lo encuentran suficientemente concluyente.
4. ETNIA Y CLASE

4.1. RAZA Y ETNIA

En la especie humana no existen razas, este concepto es una creación humana que pretende justificar ciertas desigualdades en función de diferencias físicas. En cambio, el concepto etnia se refiere a aquellos disparos culturales que diferencian una comunidad de otra: color de la piel, lengua, historia, religión...

4.2. CLASE, ETNIA Y GÉNERO

Las desigualdades por etnia están muy atadas a las de clase: por ejemplo, el racismo no llega igual a un inmigrante pobre de algún país del 3r Mundo que algún deportista de élite del mismo país. Con respecto al género, se pone de manifiesto que la mujer, todo y ser tratada a menudo como una categoría homogénea, sufre desigualdades internas. Por ejemplo las feministas negras critican que las teorías feministas, que se venden como universales, se basan en el caso de la mujer blanca de clase mediana. Además, se critica el modelo convencional, que relaciona esfera privada con mujer y esfera pública con hombre, porque las negras nunca han seguido este modelo.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Estratificación y Cultura de Clase

Las desigualdades existen en todos los tipos de sociedad humana. La estratificación puede definirse como las desigualdades que existen entre diferentes grupos de individuos.
Se distinguen cuatro sistemas de estratificación básicos:
Esclavitud, casta, estamentos y clase.

Esclavitud: forma extrema de desigualdad en la que unos individuos son propietarios de otros. Históricamente los esclavos han opuesto resistencia en algunos espisodios. Esto, y la poca motivación que se consigue con la coacción (salvo con una supervisión constante) en comparación a la que se consigue con el dinero, hicieron de la esclavitud un sistema de producción ineficaz.

Casta: se asocia, sobre todo, con las culturas del subcontinente indio. El sistema de castas es extremadamente elaborado y variable según la zona. Existen fuertes tabúes o prohibiciones legales que dificultan el matrimonio entre los grupos afectados.

Estamentos: fueron parte del feudalismo pero también existieron en muchas otras civilizaciones tradicionales. Por ejemplo, en Europa existían aristocracia y nobleza, clero y tercer estado, de mayor a menor elevación.

Clase: a diferencia de los anteriores, los motivos no económicos no cobran peso. No existen restricciones formales al matrimonio. Las desigualdades de salario y de condiciones de trabajo son las más relevantes. Existen la clase alta, media, obrera y campesina.